Mio fratello rencorre i dinosauri

(publicado en linkedin, 4/Feb/2022)


 

La inclusión  se construye de muchas maneras. Algunas más fáciles y simples que otras.

Una manera de aportar es a través de permitir que quienes están fuera de la diversidad o de las necesidades especiales puedan familiarizarse con ellas. En ese sentido, una película puede ser una de las maneras más fáciles de iniciar este aprendizaje.

Mi hermano persigue dinosaurios (Mio fratello rencorre i dinosauri, dirigida por Stefano Cipani, 2019, 101 minutos, disponible en disney+) es un largometraje italiano que adapta el libro homónimo de Giacomo Mazzariol a la pantalla.

¿Cómo es tener un hermano con SD? ¿Un hermano menor? ¿Cómo se adapta al mundo un adolescente, que quiere encajar, que en casa tiene una persona cercana y querida con esa condición?

Desde fuera, por supuesto, puede parecer fácil. Pero no necesariamente es así. Y si bien la película no está a la altura del libro, cumple a cabalidad su objetivo: presentar de manera cercana y entendible lo que significa, para una familia cualquiera, recibir un nuevo hijo con SD.

Jack, el protagonista, es el tercer hermano de una familia y el único hijo varón. Se pone feliz cuando se entera de que el cuarto hermano también será niño y se llamará Giovanni. Al nacer, los padres se enteran de la condición especial de este nuevo hijo. De la mejor manera que pueden, presentan la situación al resto de la familia.

Los avances de Gio y la lucha de su entorno por darle herramientas e independencia reflejan de muy buena manera lo que ocurre en el mundo real, en uno de los mejores aportes de la película. Del mismo modo, muestran la dicotomía a la que se ve enfrentado Jack que -por un lado- adora a su hermano, pero -por el otro- no tiene idea de cómo presentar esta situación a su nuevo entorno, generando un enredo de proporciones.

El primer paso para la inclusión es el aprendizaje. Y, a veces, podemos aprender de algo tan simple como una película.

PANADERIAS v/s SUPERMERCADOS

(publicado en linkedin, 3/Feb/2022)


¿Habrá algo más tradicionalmente chileno que ir a comprar pan calientito para la once?

No sé ustedes, pero yo recuerdo claramente la situación. Tipo cuatro, cuatro y media de la tarde, mi abuela me decía “¿vas a ir a buscar pan?”. Todos los días. El pan se comía fresco a la once y se tostaba para el desayuno, en el tradicional tostador metálico que se pone sobre el fuego de la cocina.

El pan se compraba en panadería. En mi pueblo había varias e íbamos cambiando cada mes. Panadería y tipo de pan. Un mes serían hallullas de la Central. Otro mes, molde de la Terrile. Al siguiente, amasados de una amasandería sin nombre que estaba a un par de cuadras. Y así sucesivamente. El pan de supermercado no existía. Por otro lado, los supermercados no eran lo que son hoy.

Pero el mundo evolucionó. El tiempo se hizo escaso.

Los supermercados entendieron que una clave para las compras era tener buen pan. El chileno podrá cambiar la forma, pero no el fondo. Nos gusta comer pan rico. El supermercado con el mejor pan atraía más clientes por esa sola razón. Más clientes implica más ventas. La panadería independiente tenía sus días contados.

En la medida que la mano de obra se fue haciendo más y más cara, para los supermercados el pan pasó de ser un activo a un problema. ¿Cómo se soluciona? Subcontratando el pan. En cualquier supermercado del país hoy el pan es indistinguible del pan de cualquier otro supermercado, todos elaborado por un mismo subcontratista que entrega la masa lista. Lo único que se hace in situ es el horneado.

La dobladita del Jumbo era, hace unos años, insuperable. Razón suficiente para ir específicamente a ese super y comprar un par de tonteras más. Ahora, es una dobladita como cualquier otra, que no justifica el viaje.

Y así, la panadería de barrio que parecía hace poco condenada a la extinción, volvió en gloria y majestad. Siempre estuvo ahí, aguantando, pero ahora vuelve a tomar su lugar. Más aún en tiempos de pandemia, con locales amplios que permiten hacer compras rápidas.

Con dos diferencias. Por un lado, aparecieron las panaderías “de autor”, con panes de masa madre y harinas de todo tipo. Por otro lado, las panaderías antiguas se potenciaron con más productos.

Seguiremos mandando a los cabros a buscar pan para la once. Hallullas, batidos, colizas, milagros, baguetes, amasados. A la panadería. Aguantaron el chaparrón. Me atrevo a pensar que seguirán ahí largo rato.

Permiso. Voy a ir a tostar mi hallullita para el desayuno.